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Los riesgos del amor romántico – No todo lo que se siente bien es amor.

Las definiciones de “amor” que encontramos en los diccionarios comunes (ej. 1, 2), confirman que el amor es un sentimiento que produce inclinación y deseo de cercanía y unión a un/a otro/a (cosa o persona). Por eso comúnmente lo vemos como algo bueno y bondadoso y amar a alguien como un regalo.

Al mismo tiempo el concepto del amor está ligado a tantos hechos y significados que se puede confundir. Eso pasa más que nada, hablando del amor romántico y todo lo que se llama amor en una relación de pareja. De eso quiero hablar aquí. En mi trabajo con parejas y personas que acuden a terapia por su vida sentimental, está muy claro que, no todo lo que se llama amor, es amoroso.

La narrativa del amor romántico

La narrativa del amor romántico más difundida sigue siendo que, el amor verdadero debe ser eterno y exclusivo. Se caracteriza por una infinita atracción y conexión emocional que se siente por una sola persona como por nadie más en el mundo.

El amor romántico idealiza el componente emocional de la relación, es decir las mariposas en el estómago, que no se puede estar sin esta persona y que se sienta incluso cierta dependencia y desesperación por su cercanía. Según la narrativa del amor romántico, siempre cuando hay amor también hay esperanza. Como si la atracción y el deseo mutuo lo resuelven todo.

Pareja enamorada

¿Por qué nos enganchamos tanto con el amor romántico?

Las promesas del amor romántico complacen muchas de nuestras necesidades básicas como individuos en la sociedad. En primer lugar, apego, protección y no estar solo, al mismo tiempo atracción y deseo sexual. Además, por su principio de exclusividad (se puede tener solo una pareja) nos da un sentido de valoración especial. Nos hace sentirnos únicos y reconocidos en nuestra individualidad.

La pareja tiene prácticamente el rol de elevar nuestra autoestima, nos da la certeza de ser importantes y adorables. Esa sensación provee seguridad y una sensación de estatus social, lo que tiene un impacto significativo sobre nuestro valor propio. Al contrario, personas que no tienen pareja pueden sentir vergüenza o incluso ser objeto de burla, por su aparente incapacidad de atraer a alguien. Además, el amor romántico con su fuerte componente emocional provee excitación y aventura, nos entretiene. ¿Pero si se siente tan bien y nos da tanta seguridad, entonces qué tiene de malo?

¿Es egoísta, el amor romántico?

Claro que, el amor romántico no es perfecto, nos hace vulnerables, porque no siempre es recíproco. Podemos amar a alguien y querer estar con esta persona, pero al otro no le sucede lo mismo y esto genera decepción y dolor. Pero este dolor, la mayoría de personas, están dispuestos a aceptar sin cuestionar el enamoramiento o amor en pareja en su esencia. En su esencia sigue siendo bueno, aunque no siempre lo podemos tener.

Por lo general el amor es promocionado como algo perfecto, lleno de bondad, de felicidad y complementariedad. Como si amar a alguien es una entrega pura, es solo dar y el otro puede estar feliz y agradecido por recibir nuestro afecto como un regalo incondicional.

Se escuchan frases como: “Lo hice únicamente porque te amo”. Se usan como argumentos o disculpas, para justificar actos que tal vez hirieron a otra persona o se realizaron sin su consentimiento. Como si, con la intención del amor, se borra todo tipo de responsabilidad y culpa. 

De lo que no se habla mucho es de, cómo amar en un sentido romántico, no solo es dar, también está ligado a una expectativa. Si te digo “te amo”, quiero que me digas “Y yo también a ti.” Entonces cómo es para la otra persona, la que no ama igual que uno y quien no puede devolver “el favor». Veo que poner límites en la relación o previo a ella, por no querer recibir “tanto amor”, es un dilema igual de común.  

Chica pensando

La expectativa de reciprocidad por un lado es comprensible. Como humanos buscamos emparejarnos por naturaleza, al mismo tiempo eso no le quita que amar sea una necesidad personal más que un regalo incondicional. O más bien dicho, lo que llamamos amor, al estar enamorados de una persona y querer estar con esta, es desear a esta persona para nosotros, más que estar para esta persona. Involucra necesidades humanas básicas de apego, pertenencia y reconocimiento, lo que no es malo de por sí, pero debemos tenerlo en cuenta como deseos egoístas que no pueden liderar y sobrepasarse en una relación de pareja y no deben confundirse con amor. Tal vez se debería hablar más de amar con responsabilidad que con pasión.

¿Cómo nos afectan las dinámicas del romanticismo?

Si todo lo bueno del amor romántico está ligado a la presencia de la otra persona, al momento de estar solos nuevamente, se restan todas las emociones. Perdemos la sensación de valoración e importancia y nos encontramos cuestionando nuevamente nuestro valor propio por ya no tener esta pareja que nos alza la autoestima.

A largo plazo el romanticismo no nos hace feliz sino dependientes porque se construye sobre los valores equivocados (querer sentirse atractivo, adorado, especial). Se sustenta únicamente en la presencia y disposición de la otra persona. Las relaciones que viven del romanticismo son las que, a largo plazo se convierten en relaciones tóxicas, donde las luchas de poder, celos o incluso violencia física o verbal son los nuevos disparadores de emociones y atracción intensa, pero eso ya no tiene nada que ver con amor.

Componentes sociales y de género de la narrativa tradicional del amor romántico

La idealización de este amor romántico no se mantiene solamente por su fuerte carga emocional sino también se sostiene en creencias e ideales sociales y culturales.

El amor romántico ha encontrado un lugar importante en la sociedad. Está presente en arte y literatura desde hace siglos y por supuesto también en el cine y las series románticas contando una y otra vez la misma historia. Dos personas se encontraron y desde entonces decidieron que querían ser el uno para el otro, se idealiza la atracción y la pasión que se produce en los momentos iniciales de la relación. Es una historia que se vende desde hace siglos y no nos cansa.

Socialmente es conveniente porque sostiene los ideales patriarcales y conservadores del matrimonio, la monogamia y de los roles clásicos del hombre y la mujer en una relación. Parte de las historias del amor romántico es el príncipe azul, el hombre como héroe que rescata a la mujer, la cual depende de su fuerza y lo atrae con su belleza y su dulzura. En el amor romántico el hombre tiene un rol activo mientras que la mujer es pasiva, solo se deja llevar. Así esta dinámica esconde muchas reglas implícitas y protocoles rígidos sobre cómo se debe comportar un hombre ante una mujer y una mujer ante un hombre. Qué es deseable y qué es despreciable.  

Chica sola

En la relación romántica heterosexual se establece una dinámica rígida de reciprocidad y expectativas implícitas. Para la mujer la relación de pareja se puede convertir en una jaula dorada donde solo recibe amor si es leal a las reglas del castillo y acepta como amor lo que el príncipe azul entiende por amor. Los regalos, favores, aunque no las ha pedido, fidelidad, lealtad, protección y respeto es suya, siempre y cuando respeta las condiciones. Al momento de cuestionarlas o rechazarlas es mal agradecida. Al momento de salir de la jaula, es decir de terminar la relación o no seguir las reglas, todo el afecto y respeto se acabó. 

¿Qué realmente es amor y qué no es amor?

Con todo eso dicho, se pueden cuestionar muchos aspectos de lo que llamamos amor, que suenan románticos, pero surgen más por el deseo de tener y mantener la pareja. No se realizan con la intención de dar sino están ligados a condiciones.

“No quiero perderte”, es un miedo comprensible, al mismo tiempo es egoísta, es pensar en el propio dolor al momento que la otra persona se va, más no en el amor por la otra persona, porque quiero que sea feliz y libre como sea. Amar a alguien significa estar dispuesto a perderlo porque no se puede sostener como sea. Es importante poder soltar el control y dejar ir.

Hacer regalos y favores, aunque no fueron pedidos, pueden ser gestos lindos que hacen sentir afecto, pero no se pueden instrumentalizar como condiciones de reciprocidad, bajo el concepto “como te doy todo eso, me debes tu amor, presencia, lealtad, etc.”.

Pelea de enamorados

Que se sientan celos no significa que hay amor, ni que no hay amor. Es cuestión de decidir qué hago con los celos. Me dejo llevar por el miedo y reclamo a mi pareja o me hago cargo de ellos al soportarlas como simples sentimientos que no me pueden gobernar ni a mí ni a mi pareja. 

Amar tampoco significa que debo aceptar al otro tal y como es. Puede haber tics o diferencias que se pueden sobrellevar, pero no se puede esperar de la pareja que soporta todo. Para estar bien con alguien debemos asumir responsabilidad sobre los puntos que pueden afectar a la pareja (celos, malgenio, desorganización, impuntualidad, etc.).

Amar significa también incomodarse para el otro, en cuanto no va en contra de los límites propios. Respetar los límites del otro, no impedir su libertad y su crecimiento personal por el bien de la relación.  

¿Cómo sería entonces un amor más ideal en una relación de pareja?

El amor real no se caracteriza por la emoción que engaña y es pasajera, tampoco es un juego de roles. Es una unión libre, donde el amor no se usa como medio para sentir tranquilidad o felicidad y la pareja no tiene que ser lo todo, ni uno tiene que ser todo para esta pareja. Cada uno se hace cargo de sus temas personales para poder estar bien juntos.

Hay una intención de cuidado y de acompañamiento mutuo, pero por desear el bien al otro, no para obtener favores o cumplir expectativas, ni por cumplir roles de género prescritas. 

Amor libre

El amor libre se basa en el compañerismo y respeto mutuo, por tener valores parecidos y compartir visiones del mundo y del futuro. Claro que también puede haber fricción y desacuerdos, pero sean tratados con respeto y sin descalificar al otro como persona.

Para una relación equitativa no podemos recurrir a las antiguas historias románticas. La buena noticia: Amar con responsabilidad también puede ser emocionante.


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