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Ver la vida como un conjunto de historias, no de verdades

La terapia narrativa es un enfoque terapéutico que propone ver la vida como un conjunto de historias y a nosotros mismos como contadores de estas historias. Eso se distingue de otras formas de atención, porque al llamar a una situación “historia”, cambia su significado. La situación deja de ser la verdad única y llega a ser solo una forma como se puede ver el asunto.  

La vida como historias

Esa idea surgió, porque muchos consultantes llegan a terapia, contando su historia como una situación muy compleja, llena de problemas y dilemas que no se pueden resolver. Cuando tomamos la forma de contar la situación del consultante en este momento como la única versión posible, las esperanza de cambio se limita mucho.

Un ejemplo: La historia de la vocación

Digamos que hablo con alguien sobre su miedo de haber elegido la carrera equivocada y me quedo con este problema como tal: rápidamente me encuentro en el mismo dilema, preguntándome “¿Cuál sería la mejor carrera para esta persona y como le ayudo a encontrarla?”. 

Pero, cuando adopoto una postura narrativa me pregunto primero: ¿Cuál es la historia dominante que se cuenta mi consultante, para que su situación sea un problema para él/ella? 

Tal vez la historia sea algo así: “En la vida se tiene un momento para elegir la carrera y si te equivocas este rato, tendrás que asumir la responsabilidad por tu mala elección y vivir con ello por el resto de tu vida.” 

Otra historia sobre el mismo tema que se puede estar contando: “Tenemos una sola vocación y esa debemos encontrar.” 

Esas son dos historias muy comunes sobre el dilema de la vocación que implica en pocas palabras: Que debemos llegar a cierto punto en nuestra vida (en lo ideal al terminar el colegio) en el cual tenemos que saber con certeza, cuál es nuestra vocación, sino estaremos perdidos. 

historias en la cabeza

Entonces me encuentro con muchas personas que están realmente inseguros sobre este tema y tiene sentido. Nadie sabe si realmente tenemos una sola vocación y hay muchas personas que nos han mostrado lo contrario. Incluso hay personas que han cambiado de profesión y a sus 30 o 40 años comenzaron con algo totalmente distinto. La vida no es tan corta (lo que sería otra historia que se cuenta comúnmente) al final tenemos décadas para aprender y hacer cosas distintas.

Conocer historias alternativas

Como ves en este ejemplo corto: Sobre la elección de la carrera hay muchas historias. Para la persona que llega con el miedo de haber elegido mal, la historia del momento de elección solamente es la historia dominante. Pues, es lo que más escuchó toda su vida. Tal vez se lo enseñaron en el colegio y en su casa. Pero hay muchos ejemplos que muestran lo contrario y desde un enfoque narrativo, podemos conocer historias alternativas. 

Por ejemplo: La vida es un proceso de autodescubrimiento y cada decisión y experiencia te lleva a nuevas conclusiones y conocimientos sobre ti mismo. La idea sobre quién eres y que podría ser tu vocación después del colegio realmente es mínima. Recién has comenzado a aprender cosas sobre ti. Comenzar con algo te ayudará descubrir nuevas cosas sobre tí mismo y con esa experiencia continuas o cambias el rumbo. Es muy normal y común que las personas jóvenes cambian de dirección de vez en cuando y más bien son raros aquellos que apuntaron desde el principio en lo que es acertado para ellos. 

Esa sería una historia alternativa sobre el autodescubrimiento profesional. Tampoco es una verdad, solo es una forma distinta de ver un mismo tema. Lo mismo se puede hacer en otras áreas de la vida. Por ejemplo, respecto a las historias que nos contamos buscando pareja, las historias que nos contamos sobre nuestras propias capacidades, sobre las metas que deberíamos tener, etc.

Cambiar de historia para abrir el camino hacia nuevas posibilidades

conocer nuevas historias

A veces cambiar una sola historia, cambia toda nuestra forma de evaluar la situación y en vez de ser nosotros mismos el problema, la forma como nos contamos la situación llega a ser el problema.   

Claro que este proceso no es tan sencillo, nuestras historias son lo que nos ha dado seguridad durante muchos años y poner en duda todo lo que se pensaba antes puede ser un proceso muy doloroso. Hay un confort en nuestras historias limitantes, nos dan una dirección a seguir y también nos ayudan a alcanzar ciertas metas. Entonces siempre es importante cuestionar cuánto sentido aún tiene una historia en este momento, en cuanto nos impulsa hacia algo nuevo y en cuanto nos limita.

Se trata de identificar las historias limitantes y enriquecer nuestro conocimiento sobre la situación

Una historia limitante por lo general la puedes reconocer porque te descalifica, limíta o niega aspectos significativos de tus experiencias. Hace que te sientes atrapado, incapaz o víctima de la situación. 

Un primer paso podría ser, que pones mucha atención a cómo te hablas a tí mism@: 

¿Eres tu amig@ o tu peor crítico?

¿Escuchas muchos “siempre” y “nunca”?: “Siempre me enojo, nunca logro mantener el control”, “Siempre me distraigo, nunca logro concentrarme” 

Luego lo pones en duda e intentas enriquecer estas historias: 

¿De verdad, nunca logras concentrarte?, Recuerda momentos que te enseñan lo contrario, ¿Qué es diferente en los momentos que si logras concentrarte?” 

Cuando dejamos de identificarnos demasiado con un problema y lo vemos más bien como algo construido, que se puede cuestionar y reconstruir, adquirimos control sobre la situación, nos damos cuenta que no estamos inmerso a un solo destino como “el/la despistado/a, bravo/a, tímido/a”. Las etiquetas no ayudan a avanzar, son historias que descalifican y limitan.

nuevas historias

Principios fundamentales de la terapia narrativa

  • El problema es el problema: El problema no lo eres tú, ni lo son otras personas, ni la economía del país, ni el universo. El problema es el problema, son los significados que asignamos a una situación y así la convertimos en un problema. 
  • Nuestra realidad son historias que moldean nuestra vida: No hay una sola realidad, por lo menos no, si la extraemos de las mentes de las personas. Cada persona ha construido su concepto de realidad y significados adjuntos en función de su contexto, de lo que le enseñaron, de sus experiencias y más que todo con la finalidad de sobrevivir y defenderse en su mundo. Cada historia tiene un sentido. 
  • El terapeuta toma una posición de no experto incentivando al cliente a tomar un rol activo en la intervención: En la terapia narrativa el terapeuta no necesita saber mucho sobre el cliente ni interpretar el contexto, solamente sirve de guía de la conversación y permite que se habla de manera diferente sobre el tema que trae el consultante. El terapeuta tiene mucha curiosidad sobre el tema, porque no es experto, quiere entender mejor y explorar la situación. El diálogo que se produce de esta manera entre el consultante y el terapeuta construye nuevos conocimientos sobre el tema y enriquece las historias. 
  • Se aplica una ética de colaboración en vez de una ética de control: Como el terapeuta no es experto, más bien camina de lado del consultante, no tiene la urgencia de llevarle a alguna parte o punto específico, sino se confía en el proceso de la conversación en colaboración que siempre lleva a nuevas formas de ver las situaciones de las que van hablando.  
  • Las historias siempre son sujetos de interpretación y sus significados dependen de experiencias de vida y contexto sociocultural: Ninguna situación es una verdad o posibilidad única, sino es producto de la co-construcción de significados que se da dentro del contexto de vida muy particular de cada persona. Desde ahí se puede cuestionar o ampliar.
  • Las personas con experiencia de trauma tienen una postura activa ante su situación, siempre hacen algo con lo que les paso: Las situaciones o experiencias traumáticas que una persona puede haber experimentado no se tienen que negar, no se trata de desmentir que una experiencia fue dolorosa, sino de mirar conjuntamente cómo la persona quiere integrar este evento a la vida, qué postura está tomando ahora frente a su trauma y cómo desea posicionarse a futuro.
inventar historias

Llevar la teoría a la práctica cotidiana

En este sentido, el objetivo de la terapia es la recuperación de la agencia personal; ser uno mismo el escritor de sus historias. Este proceso lleva a los consultantes de la terapia narrativa a convertirse en exploradores y cuestionadores constantes de sus propias narrativas y a los autores activos de su vida, les devuelve responsabilidad y control. No les protege de malos momentos, de ansiedad o de situaciones de crisis, pero les facilita una herramienta de auto-monitoreo y acompañamiento continuo, que permite tomar una postura más empoderada ante situaciones difíciles.



Referencias

López De Martín, S. R. (2011). Terapias breves: la propuesta de Michael White y David Epston. Psicología Clínica y Psicopatología, 134-137.

Mardones Ibachache, R., & Albornoz Carrillo, A. (2014, Marzo). Una reflexión sobre la terapia narrativa en contexto de formación y aplicación. Ajayu, 12(1), 100-119.

Peñafiel Muñoz, O. (2011, Marzo). Ruptura Amorosa y Terapia Narrativa. Ajayu, 9(1), 53-86.

White, M., & Epston, D. (1993). Medios narrativos para fines terapéuticos. Paidós.

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