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Sesgos inconscientes: ¿Qué tan justos somos?

Sesgos inconscientes implican procesos de razonamiento inconscientes influyen nuestro juicio sobre otras personas

Movimientos sociales e iniciativas para la sensibilización en temas de igualdad (no solo de género) han vuelto a aumentar en los últimos años y se suele hablar también de una tercera ola feminista, bajo el lema: «Aunque ya hemos conseguido mucho, todavía queda mucho por hacer».

Pero, ¿qué queda por hacer y por qué el tema también tiene un trasfondo psicológico?

Igualdad

Algunos de mis clientes son estudiantes y académicos que provienen de diferentes países de América del Sur y se están especializando con una maestría o un doctorado en Europa o Estados Unidos. Muchas veces me cuentan sobre su síndrome de impostor, la sensación que, no deberían estar en donde están estudiando o trabajando. No porque su formación previa no los ha preparado, sino porque notan que sus tutores o supervisores no confían tanto en ellos debido a su educación previa o al contrario se sienten incómodos cuando reciben reconocimientos por sus competencias académicas A PESAR de su educación previa de un «país en desarrollo».

Se podría llamar a esto el «sesgo del mundo occidental», que supone que personas de países occidentales tienen mejor educación y finalmente reciben más confianza y oportunidades en el mundo laboral. Pero este es solo un ejemplo de cómo funciona el sesgo inconsciente y cómo categorizamos a las personas, en este caso según su procedencia.

Los sesgos inconscientes juegan un papel importante en el mantenimiento de estructuras de desigualdad y opresión que todavía se pueden detectar en la mayoría de los países del mundo.

No siempre somos tan justos como creemos

Diría que hoy en día casi nadie quiere llamarse racista o misógino. La gran mayoría de la gente quiere un mundo sin desigualdades y sin opresión de ciertos grupos.

En este contexto, a menudo escucho cuestionamientos como: «Todos tenemos los mismos derechos ahora, ¿por qué se quejan tanto?», «Yo no estoy en contra de las mujeres.”, “No soy violador.”, «No soy racista». Etc.

Lo que no tenemos en cuenta es que, discriminación y opresión no siempre son tan obvios.

Pueden ser conceptos o practicas muy cotidianas, como comenté en el ejemplo anterior de los estudiantes. Y así, aunque no queremos ser injustos, es probable que juzgamos al ver el mundo por un lente sesgado con prácticas y creencias sociales que aprendimos desde nuestra infancia. Por esta razón, puede ser que te sorprendes cuando alguien te dice que tu comentario fue inapropiado o ofensivo ante algún grupo, puede ser que en tu contexto social fue naturalizado hablar y pensar de esta forma; no con la intención directa de hacer daño a alguien, pero heredamos muchas formas de hablar y pensar sobre grupos de personas, de tiempos cuando estos grupos fueron intencionalmente oprimidos y aun no hicimos el trabajo de cambiar el lenguaje en todo sentido. Es por eso que hoy damos más importancia al uso de un lenguaje inclusivo, por ejemplo. El sesgo no tiene que consistir siempre en prejuicios, también puede ser la exclusión inconsciente de un determinado grupo, el hecho de no nombrarlo, aunque si existe.

Ella

Por lo tanto, gran parte de los movimientos sociales actuales por la igualdad tratan de nombrar con más claridad a las formas menos evidentes de discriminación y exclusión para reconocer suposiciones y sesgos inconscientes por las cuales todos (quizás sin querer) participamos aun en el mantenimiento de desigualdades.

¿Qué son los sesgos inconscientes (unconscious bias)?

A veces alguien nos cae bien sin que entendamos realmente por qué, simplemente nos inspira confianza desde el momento en que nos habla. En otras ocasiones sucede lo contrario y cuando conocemos a una persona por primera vez nos sentimos incómodos y nerviosos a su alrededor.

Esto es en parte evolutivo. Sobrevivimos como especie porque nuestro cerebro aprendió a reconocer amenazas y tomar decisiones rápidamente. Una forma que ha encontrado para hacerlo es tomando atajos y reduciendo la gran cantidad de información a la que estamos expuestos en partes manejables.

Un atajo común que usa nuestro cerebro cuando interactuamos con otras personas es que registra que tan parecidos o distintos son de nosotros y por naturaleza nos sentimos más seguros con las personas que se ven, piensan y actúan de manera similar a nosotros. Por la misma razón, tendemos a evitar a las personas que parecen muy diferentes.

Tales procesos de pensamiento automático se denominan «sesgo inconsciente» (en inglés: unconscious bias). Y como el nombre lo dice, no estamos consciente de ello, pero lo usamos diariamente para tomar decisiones que influyen en nuestra postura ante otras personas. A largo plazo y en su magnitud (tomando en cuenta que todos usamos bias y estos son muy parecidos en la mayoría de las personas) eso tiene implicaciones sociales. La llamada homofilia, el hecho que las personas nos agradan más si se parecen más a nosotros, es solo un ejemplo.

Información

Como he mencionado previamente, sesgos inconscientes nos ayudan a tomar decisiones rápidas, sin ellos estaríamos constantemente ocupados con largas tareas de pensamiento analítico y tendríamos que dar vueltas con la mente una y otra vez, para entender por qué estamos haciendo qué y cómo ante cosas mínimas. Pero también usamos sesgos inconscientes en situaciones en las que deberíamos pensar más y detenernos para revisar si tal vez estamos equivocados.

El sesgo es una construcción a base de información guardada durante toda nuestra vida y contiene incluso información previa a esta, trasmitida genéticamente, como parte de un proceso evolutivo. Esta información a veces es verídica y útil (león=peligro), en otras ocasiones está desactualizada o simplemente falsa (mujer=débil).

Ver a alguien quien no se parece a nosotros como una amenaza fue una estrategia protectora útil en los tiempos cuando humanos aún vivían en tribus pequeños, porque realmente cualquier persona fuera de la propia tribu fue un potencial enemigo y todos estaban preparados constantemente para defenderse. En la actualidad vivimos en sociedades mucho más grandes y mescladas y existen leyes y organismos que nos protegen, sin embargo, nuestro instinto nos puede estar diciendo todavía que, debemos mantenernos en alerta.  

Eso significa que somos corresponsables de identificar en nosotros mismos los momentos o eventos donde tal vez actuamos desde un sesgo inconsciente. Especialmente cuando se trata de decisiones que afectan a otras personas (selección de personal, formación de grupos de trabajo, aplicaciones de citas, etc.).

¿Cómo se ve la injusticia inconsciente?

Gerente

Cuando escribí este texto, leí con anticipación un artículo del Harvard Business Review. Al principio no presté atención al nombre del autor, quien escribió en el artículo sobre su experiencia con los sesgos inconscientes como gerente de una empresa, entonces mientras leía el texto estaba convencida de que fue escrito por un hombre. Al final del artículo vi la foto de la autora y así me atrapé a mí misma. Porque se trataba en un/a gerente, automáticamente pensé que debe ser hombre, no porque creo que gerentes siempre deberían ser hombres, sino porque todavía asocio (a pesar de trabajar mucho en ello) el rol de liderazgo con un hombre más que una mujer.

Se han identificado numerosas creencias de género, etnia y origen que son sostenidas por casi todas las personas del mundo y limitan la comprensión de lo que pensamos que personas de grupos definidos deberían, podrían y pueden lograr.

Por ejemplo, cuando pensamos en alguien quien puede cuidar de nuestros hijos, por lo general no tenemos en mente la imagen de un hombre. Adjetivos como cuidar y nutrir automáticamente hacen que la mayoría de la gente piense en una mujer.

Es aún más fácil preguntar, ¿qué tres adjetivos usarías para describir a una mujer y que tres adjetivos usarías para describir a un hombre? Por supuesto, no debería hacer preguntas tan generalizadoras, pero si imaginas tener que responderlas espontáneamente y sin pensar mucho, ¿cuál sería el resultado?

Con este ejercicio puedes descubrir rápidamente, qué tan sesgado está tu mente y qué tan rápido ideas antiguas y tradicionales vuelven a tu cabeza y aunque no lo creas, estas imágenes aún influyen en tus decisiones y comportamientos hacia los demás. En este caso en relación a su género.

Cuidado

Además de nuestros patrones de pensamiento sobre hombres o mujeres, también tenemos patrones de pensamiento o suposiciones sobre las personas en función de su etnia, orientación sexual, identidad sexual y país de origen (entre otros). Por ejemplo, la noción común de que alguien que viene de un determinado país también debe parecerse a las personas de ese país. Muchas personas son clasificadas como «extranjeros» en el país donde nacieron solo porque parecen ser de otro lado.

Estos sesgos inconscientes funcionan como barreras que han sido moldeadas por las diversas influencias e impresiones que asimilamos en la sociedad donde crecimos y es importante de entenderlo en este sentido. Estructuras de desigualdad y opresión a menudo se malinterpretan como un problema de un grupo en particular que actúa contra otro. Como si hubiera frentes enemigas que luchan unos contra otros de manera intencional.

Sesgos inconscientes están en todas y todos y tienen que ver más con historias pasadas que nos seguimos contando y así más importante que discutir sobre quiénes son los/las buenos/as y quienes los/las malos/as es la disposición de todas y todos a cuestionar repetidamente nuestros propios suposiciones y patrones de pensamiento y tener curiosidad por comprender si estos han sido influenciados por un sesgo personal.

Claro que también existen grupos extremistas -racistas, antisemitas, misóginos, homofóbicos, etc.- que actúan intencionalmente contra otros, pero no podemos excluirnos del proceso de construcción de una sociedad más justa, solo porque no nos identificamos con ningún grupo extremista.

Preguntas y estrategias para identificar nuestros sesgos

El primer paso para reconocer tus sesgos personales es la información. Ahora hay muchos libros y artículos que educan sobre este tema, dan buenos ejemplos y explican ciertos tipos de sesgo (sesgo de confirmación, sesgo de anclaje, etc.).

El siguiente paso importante sería examinar nuestro comportamiento y nuestras decisiones para identificar las creencias limitantes que pueden estar detrás de ellos.: “¿Por qué elegí a esta persona en esta situación?”, “¿Por qué no me cae este compañero de trabajo?”, “¿Por qué siempre acudo a las mismas personas para ciertos problemas?”

Hay una creencia central detrás de todo y no siempre es correcta (por ejemplo, «Estoy más seguro/a con personas que son más como yo.»). Las creencias se han anclado en nosotros a través de diversas experiencias de vida y lo que nos han enseñado desde la infancia. Pero no solo creencias, también categorías y cosmovisiones y podemos ponerlas a prueba. ¿En cuánto son realistas, probables, justas?, ¿En cuanto son inclusivas o al contrario mantienen barreras?

Diversidad

Buenas preguntas que pueden ayudarte a encontrar tus sesgos personales

  • ¿En qué contextos de mi vida puedo estar inclinado a usar sesgos inconscientes? (Trabajo, relación de pareja, relación con los hijos, etc.)?
  • ¿Cuáles son mis creencias fundamentales dentro de estos contextos y cómo me limitan o sesgan mi criterio sobre otras personas?
  • ¿Cómo reacciono ante las personas que son diferentes a mí o tienen antecedentes diferentes (educación, origen, color de piel, identidad u orientación sexual, …)?
  • ¿Cómo me describirían los demás en términos de mi apertura mental?
  • ¿Mis palabras y acciones reflejan mis intenciones?
  • ¿Trato de ponerme en el lugar de otra persona y ser empático/a, incluso si no siento una conexión con esa persona?

Trabajar sobre nuestros sesgos inconscientes para ser y actuar más justos/as con otros grupos y personas significa ante todo estar abierto al hecho de que puedo estar equivocado/a y que mis suposiciones pueden ser cuestionadas. Puede ser un trabajo incómodo que requiere mucha humildad y paciencia con uno mismo y con los demás, al mismo tiempo puede ser un aporte importante para co-construir una sociedad más justa e inclusiva.


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